La novela de Saki es tal vez el trabajo del que más orgulloso me siento como traductor, entre otras cosas porque la mía fue la primera versión castellana de la obra, y porque vio la luz en Valdemar, una de mis editoriales favoritas.
“El insoportable Bassington” narra la historia de Francesca Bassington, una viuda de la alta sociedad sin títulos ni posibles, y de su hijo Comus, un niñato malcriado y díscolo que se convertirá para su progenitora en el dolor de muelas más terrible. Sátira despiadada, retrato implacable de la hipócrita alta sociedad londinense, aguda y modernísima radiografía de la miserable condición humana… “El insoportable Bassington” es en realidad una singular tragedia, tejida del ingenio verbal más brillante y de un humor negro, negrísimo, e inconfundiblemente “saki”.
En la edición de Valdemar, la novela se acompaña de los seis cuentos que Saki publicó en periódicos y revistas sin recopilarlos después en volumen alguno. Mi hermano Juan Pablo Caja es quien tradujo estas piezas breves.
Fragmento:
“La crudeza desapacible de un día gris de diciembre reinaba en St. James Park, ese santuario del césped, del árbol y del estanque en que ha penetrado una y otra vez el innovador burgués, ambiciosamente y con prisas, para verse de pronto obligado a descalzarse del charol que lleva en los pies, pues la tierra que pisa es tierra santa.
En la hora solitaria de la primera tarde, cuando los trabajadores ya habían regresado a sus tareas y los holgazanes aún no habían vuelto a sus corrillos, Francesca Bassington caminaba presa de la ansiedad por los senderos de grava que bordeaban las aguas ornamentales. La infelicidad abrumadora que llenaba su corazón y ahogaba su capacidad para pensar resonaba como un eco en el entorno. Hay una tristeza que merodea por los jardines y los parques antiguos de la que no tienen tiempo de ocuparse las calles bulliciosas; los muertos prefieren quedarse en la tumba que acercarse a sitios como Whitehall o la Place de la Concorde, pero hay lugares más tranquilos donde todavía salen al encuentro de los vivos para importunar con el recuerdo de su lejana presencia a las generaciones que casi los han olvidado. Incluso en Versalles, ese parque hollado por los turistas, la desolación de una tragedia que no puede morir impregna las escalinatas y las fuentes como una mancha de sangre imposible de limpiar; en el Jardín Sajón de Varsovia subsiste la memoria de seres que fenecieron hace ya mucho tiempo, y que en su día convivieron con los árboles majestuosos que hoy siguen dando sombra en la vereda de sus caminos, y con las carpas que siguen nadando en sus estanques como sin duda nadaban cuando Lieber Augustin aún era un hombre vivo y no un inmortal cuplé. St. James Park, con su césped y sus paseos y sus aves acuáticas, todavía conserva ese vínculo con los hombres y las mujeres de los tiempos pasados, cuyas penas y alegrías, tan grises y apagadas hoy como antaño vivas y brillantes, están bordadas en su historia igual que un dibujo desvaído en la tela de un antiguo tapiz.”
H.H. Munro Saki, The Unbearable Bassington